A ti, que escuchas en el viento las historias de quienes te precedieron.  / A ti, que en tus sueños sientas las vidas de aquellos que no están, que buscas en el pasado una pista de tu identidad. / A ti, que sientes, vives y respiras las melodías que trae la noche. / Alza tus ojos a la vía láctea, deja que las estrellas guíen tu camino. / En la soledad de tu existencia recuerda que te acompañamos, estamos en cada gota de lluvia, en cada rayo de sol, en cada pasto, árbol y flor. / En cada nota que se interprete, en cada letra escrita y en cada silencio guardado. / En el río yace tu historia y en las galaxias tu destino. / Hijos del dios anfibio que fueron dados a luz en esta tierra, no olviden sus raíces. / ¡Son la amalgama del caprichoso destino! 

Dime querido errante, ¿dónde encuentra la memoria su refugio? ¿Es acaso, en la bella voz que narra las epopeyas, o en las manos que coronan la gloria? Tal vez sea en los versos de los enamorados o las líricas sinfonías de seres encantados. Quizás se guarde en la tragedia y en los solemnes himnos, o por el contrario, en las alegres sonrisas de los niños.

Dime, querido errante ¿la has oído en el retumbar de los tambores y los armoniosos ritmos? ¿en las estrellas y la ciencia; en la pasión y la razón? Mira aquí en el lecho del río donde brotan los recuerdos, donde los suntuosos senderos de la memoria  se hacen perennes; ven y encuentra tu integridad, sincroniza tus sentidos con la trascendencia de la historia, reconstruye tu universalidad a través de la oralitura, la prosa, la música, los mitos y leyendas que han dado origen a la compleja y pluricultural presencia que somos. 

Y recuerda… ningún ser es más que el universo que lo enlaza.